jueves, enero 14, 2010

Nieve en el puerto de...

El viejo chaquetón de marina, era lo único que aportaba calor a mi cuerpo esa noche. Imaginaba que una copa de Blackwoods sería suficiente para volver a aquellos tiempos en los que con Carlitos, Miguel y Fer, quemábamos los puertos a los que nos llevaba la marea de la vida y amábamos a todas las mujeres que merecían ser amadas. Esa noche, solo, imaginaba que retrocedía veinte años y que todo volvía a ser como antes. ¿Cuál era la puta diferencia? El haber dejado que la comodidad y la seguridad se comiesen las ansias de libertad, no era necesariamente síntoma de vejez o aburguesamiento…jajajajaja. Seguí la calle tras la salida del muelle y me acerqué al Bonaparte, donde sabía que Beatriche a sus maravillosos y despreocupados veintiséis a años, no dudaría en cortar un gajo de manzana verde para preparar mi Gin-tonic favorito.
- Hola rapaciña… ¿todo bien?
- El capitano maravilloso. ¿Te preparo un especial?
- Hoy la tristura me hará doblar la apuesta…
- Bueno “one by one”…
Se tomó su tiempo para traerme mi copa y contarme que ninguno de los míos había pasado aun, pero que seguramente Dieguito acabaría recalando a última hora…
De pronto entraron las tres… Ella era una luz dura, brillante y descarada, que me hizo sonreír. ¿Cómo no aceptar la ronda a la que me invitaron con risas de despedida de soltera? Una ronda siguió a la siguiente y por fin comenzaron las mentiras de la noche.
- Soy Ana, ella es Merche y ella Yoli.
- Ken…me llamo Ken, encantadísimo. ¿Qué, de despedida de algo?
- No, cena navideña de empresa…somos abogadas… ¿Y Tú?
- ¿Yo? Marino perdido en esta playa…recién llegado de no me acuerdo, en un barco del que recuerdo el nombre ni la bandera.
Su sonrisa… sus ojos al reír. Se retocó un mechón rebelde y entonces me destrozó…
- Uyyyy, además de chico misterioso, poeta…jajajajjajajaj
- Era justo lo que pretendía…hacerme el interesante y no quedarme solo esta noche, tres bellezones como vosotras y además abogadas, no se encuentran todos los días…
Seguimos contándonos mentiras inocentes durante una ronda más… En el siguiente pub el cristal se rompió. Yo dejé todo mi misterio y le descubrí que realmente ese era un puerto habitual de recalada… ella me correspondió revelándome que era una profe de primaria, casada y con una preciosa niña de seis años que dormía plácidamente en casa de su abuela.
Brindé por ello con envidia, por una vida que yo nunca poseería y alegué una salida a la mar temprana para dejarla allí.
La siguiente copa y otras que siguieron intentaron borrar mi sensación de abandono y de puñetera frustración.
Si lo dejé todo por nosotros, explícame por favor, que hago esta fría noche de ronda de bar en bar…

Los secretos cantan para mí " Que solo estás"

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