lunes, noviembre 07, 2005

Casilda y Estrella XVIII. Africa III.

Aquí estáis de nuevo, eh??? Al olor de la merienda presumo, rió Estrella
Como resistirse al olor del café y de esas rosquillas de anís miña queridiña.
Entonces te vás, dijo Casilda con un rastro de tristeza en su voz.
Si, contesto el Capitán. Ayer me confirmaron los detalles de vuelo. Salgo mañana temprano hacia Paris y luego…. África.
¿Lo tienes todo preparado? Preguntó Estrella con aire maternal.
La verdad es que todavía queda espacio en mi maleta y estaba pensando Casilda, que si tienes alguna ropa que no uses….
No creo que te sirva la ropa de su talla, ironizó Maruxo.
Cada día mas simpático, eh pajarraco do demo?
¿A quién se la llevas? Pregunto Casilda.
Es para Yolanda, una conocida de Malabo.
Ah una novia eh? Graznó más que hablo, esta vez Maruxo.
No, cuervo malicioso. No tengo yo esa suerte con las féminas, dijo mirando de reojo a Casilda.
Cuéntanos quién es, Capitán. Seguro que tras ese nombre hay una historia, apremió Estrella.
Pues la verdad es que sí. La conocí durante mi primera visita a Malabo. La capital de la antigua colonia, todavía guarda algunos recuerdos de España. Entre ellos los nombres y apellidos de sus gentes y por supuesto el idioma.
Nada más saltar al muelle se nos acerco una bandada de chiquillos ofreciéndonos sus servicios como guías y tratando de vendernos todo tipo de souvenirs. Esto ocurre en la mayoría de los países. Viendo que el habitual reparto de caramelos los había contentado, me dispuse a seguir mi camino cuando uno de los más pequeños tirando de mi manga me ofrecía sus servicios, serio como un hombre de negocios. ¿Cómo te llamas compañero? Soy Francisco. Pero me llaman Paco. Bien Paco, quedas contratado. Así con Paco como guía recorrimos la parte permitida de Malabo, adentrándonos en su parte más pobre y más alejada de aquella, que mi mente guardaba desde niño, tras haber mirado millones de veces las amarillentas fotos que mi padre atesora en una caja de lata, recuerdos de los años pasados en Guinea.
Acabamos tomando una cerveza en el único bar de los alrededores que despachaba San Miguel fría y que contaba con aire acondicionado. Paco se tomó su fanta muy formal, admirado de la magnificencia de un local que por los altos precios se hace visita imposible para la gente humilde como él.
Hicimos nuestras compras, paseamos, tomamos alguna cerveza más y llegó la hora de volver a bordo. Llevamos a Paquiño a su casa. En la puerta sentada en una silla, estaba la representación misma de la belleza de la raza africana. Quedé un momento sin palabras (y casi sin aliento) contemplando esos negros ojos que parecían querer traspasarme el alma. Hola buenas tardes, aquí traemos a Paco de vuelta.


Hola, contestó la joven con un tono de voz dulce y a la vez profundo, espero que mi hermano no les haya molestado mucho. No, por supuesto que no, es un chaval muy bueno. En un momento salió su madre, a la que directamente nos presentó ella, sin haber dicho aún su propio nombre. Paco le había enseñado a su madre los 20 $ que yo le había dado y la señora amablemente nos invitó a una limonada en el porche de su casa. Ahí comencé a hablar con Yolanda y así me enteré de sus sueños, sus temores, sus ganas de estudiar, sus ansias de escapar de una vida sin futuro, en un continente en el que futuro es hoy, porque nadie garantiza un mañana.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, mi Pirata... pues la historia ya tiene un nuevo capítulo con el Estudiante.
Al final, tendré que irme contigo a África, de verdad...

Bicos, neno

Captain Blood dijo...

mad: En Africa...lejos, lejos, muy lejos de todo, de todos...

uffffffffffff.

Bicos miña raiña

thirthe dijo...

la taberna se va llenando y coge calorcito al escuchar más historias. Se presenta un otoño entrañable:-D

besos.

Captain Blood dijo...

Thirthe: ganas de que el otoño sea ya invierno y volver a casa por NAVIDAD.

Bicos

Anónimo dijo...

la palabra futuro produce más escalofríos que estos días de otoño...

un beso capitan,
y otro para thirthe y para mad, que las leí por ahí arriba

Anónimo dijo...

Sí que es guapa. Ojalá haya sacado adelante sus aspiraciones...

aunque mejor sigo leyendo, más arriba

Captain Blood dijo...

Ana: No sabes lo difícil que resulta a veces volver a España y ver a la gente quejarse (yo incluido) tras ver lo poco que necesita esta gente para ser feliz...


Biquiños