Casilda y Estrella XXIV.

Durante el largo vuelo desde Paris a Nigeria, no fué capaz de sacarse de la cabeza la imagen de Casilda. Bueno, no solo su imagen, también su risa, el cantarín acento de su voz, esa profunda mirada entre azul y gris en sus ojos ... ¿La amaba? Quién podría decirlo. La atracción que sentía hacia aquella estraña mujer, era tan grande como el miedo a pretender ser algo más allá que su eterno enamorado lejano. Se rió para si mismo, imaginando a Maruxo recordándole que parecía mentira que un valiente Capitán, pudiese llegar a ser tan cobarde cuando de Casilda se trataba.
Desde el principio de su relación, había sentido como que solamente un hilo muy fino mantenía el interes de Casilda en él. Sentía una necesidad imperiosa de llamar su atención, aunque al mismo tiempo no quisiera que su relación fuese más allá. Y una vez más las palabras de Maruxo volvieron a su cabeza “non sexas tolo rapaz, espabílate. Vai vir outro mais cuco ca tí, e vaina levar pra sempre...” No seas tonto chaval, espabílate. Va a venir otro más listo que tú y se la llevará para siempre. Pajarraco do demo...
Capaz que tuviese razón y Casilda acabase entregando su corazón a otro más decidido...

Mientras todos estos pensamientos inundaban su mente, Africa se encontraba cada vez más cerca y con ello su vida de pirata errabundo abandonaba el país de los sueños, para volver a la dura realidad...